Se la llevó la pobreza
¿Así lo quiso el destino?
o sólo fue un desatino
de la abundante maleza.
Pudo con su fortaleza,
cosas de la enfermedad,
yo no sé si es verdad,
pero no tenía un peso
ni ataúd en su deceso,
a los veintiséis de edad.
A los veintiseis de edad
y en su bonanza seis hijos,
éstos quedan como alijos
de la ilustre caridad.
¿Será la diosa fortuna?
¿quiso mostrarnos su hambruna?
¿es un carro de la noria
que no pudo buscar gloria?
Sólo lo sabe la luna.
Sólo lo sabe la luna
si ellos comían de noche
sin insectos ni reproche,
a los pies de una tribuna.
Sin sábanas en la cuna
los niños tendrían frío
y quizás en algún río
lavarían sus desdichas
entre sonrisas y chichas,
con el calor del estío.
Marina © M.C.