El sentido evolutivo
crea seres convergentes
con sus mundos diferentes
de carácter exclusivo.
La alegría es su objetivo
y entienden bien el amor
sin perderse en el temor
de existir con inocencia,
sólo como una tendencia
de su universal candor.
De su universal candor
que emerge del corazón
y late con emoción
luciendo desde el albor,
exentos de algún rubor,
un resplandor de destellos
distinguiéndose entre ellos
por su propia y pura esencia
en la que no hay estridencia.
¡La vida sin atropellos!